El Ángel caído: Ícaro me prestó sus alas.

El Ángel caído: Ícaro me prestó sus alas.

Los que vivimos nuestra adolescencia cuando el Pa panamericano era uno de los temas más populares, sabemos que la publicación de Crepúsculo en 2005 y posterior adaptación cinematográfica en 2008 supuso un antes y un después. Para bien o para mal, depende del criterio de cada uno, la influencia de la saga del famoso vampiro que brilla sería la inspiración para muchas obras posteriores en el cine y la literatura. Ha llovido mucho desde que cayó en mis manos en una estación de tren allá por 2011. Por aquel entonces era normal la fascinación por los seres sobrenaturales en este público y en aquellos un poco más crecidos. Unos flipaban con los zombis, otros con los chupasangres y hombres lobo y bueno, en mi caso fueron los ángeles y los demonios. Juegos como Dante´s Inferno o la novela La Catedral de César Mayorquí me interesaban enormemente y con esa misma curiosidad me acerque al asunto que nos ocupa hoy. Tras unos años, debido a unos  aburridos y largos viajes en metro a la universidad, tuve la oportunidad de releérmelo para enfrentarme a la situación cliché del reencuentro con una obra de la infancia que tú recordabas mejor de lo que es en realidad. Bienvenidos al Ángel Caído, una historia personal de cómo se derriten las alas de cera para después darte un madrazo contra el suelo. 



La sinopsis es la siguiente: Elena Devaux, la mejor agente del Gremio de los cazadores, se gana la vida apresando vampiros que cometen delitos y atrocidades varias en el Nueva York contemporáneo. Sin embargo, el encargo que ocupa la trama no es ordinario, viene de la mano del mismísimo arcángel Rafael, un ser terriblemente poderoso que le pide atrapar a un arcángel corrupto que está causando el caos y la destrucción. Juntos formaran un equipo que participará en una investigación detectivesca y una carrera contrarreloj con el fin de evitar la masacre de más vidas inocentes. Pero esto no es lo único que ofrece, el tiempo que ambos pasan juntos será un caldo de cultivo para una relación picante y llamativa cuya peligrosidad es lo único que los protagonistas tienen en claro. ¿Qué podría salir mal con una presentación así? ¡Criaturas de fantasía, un caso interesante tipo novela negra, sexo! Para responder esa pregunta es necesario ir por partes.

Las primeras pegas las podemos encontrar en sus personajes, más concretamente Elena, Rafael, Michaela. Más tarde valorare el universo donde sucede la historia y hablare del Gremio y el grupo de los 10.


Elena no es una obra maestra en cuanto a creación de personajes se refiere, pero es mucho mejor que la cascara vacía que es Bella Swan y hay que admitirlo: tiene un carácter y personalidad definidos, un pasado familiar turbio que la pone en contexto y un trauma con los vampiros a los que caza que le atormenta. Centrando la atención en ella la autora comete un gran error al convertirla en un personaje hipócrita. La opción de la Mary Sue tampoco es buena, pero ayudaría que sus defectos no se basaran en contradecir sus virtudes previamente señaladas. Puede que ella sea indomable y no deje que nadie le pise, sin embargo lleva muchísimos años siendo cazadora, sabe que los dueños de los vampiros pueden ser muy estrambóticos e incluso malas personas. 

Cuando Rafael se reúne con ella la primera vez no solo está midiendo sus habilidades de rastreo, también su profesionalidad. Por muy capullo que sea el ángel, o controla su mal genio, o se queda sin trabajo, contestar como una mocosa rebelde no le hará la mejor cazadora del Gremio en medio de una negociación, menos si es la más importante de su vida. Si, los vampiros pueden a llegar a ser una gran amenaza cuando pierden el control, aun así te has relacionado con vampiros fuera de tu entorno laboral  donde no rebanan cabezas, su hermana es la esposa de un vampiro con el que ha compartido tiempo  y como experta tienes un amplio conocimiento de los mismos. Por mucho trauma que tenga con ellos, lo anterior mencionado debería explicar por qué sacarle el arma a Dmitri (mano derecha de Rafael) en una fiesta vampírica donde nadie está ahí por obligación tras una ficha del mismo es una mala idea, o afirmar que tod@s los que se acercan a los vampiros con intenciones poco recatadas son zorras o están bajo el control de los habitantes de la noche, es indicación de que tiene un prejuicio enorme.

Rafael  y Michaela vienen juntos porque la autora comete con ellos los dos mismos errores: ambos son arcángeles, seres más viejos que el truco de pillarte la cita médica un viernes o un lunes para hacer puente, poderes únicos y una sensualidad demasiado heavy para este mundo. Sin embargo, para tener los dos tanto tiempo, ambos son increíblemente infantiles y demuestran que conocen más bien poco a los humanos. Rafael dice tener un gusto por las mujeres guerreras, pero se sorprende y se indigna cuando ellas se resisten tras ver romperse su intimidad, espacio vital o las normas que le imponen para tener un mínimo confort, algo normal si además tienen rasgos así. Michaela restriega por la cara a Elena que comparar un humano con un arcángel es hacer lo mismo con un gato y un tigre, pero se permite el lujo de sentir celos porque Rafael presta más atención a Elena que a ella cuando la señorita puede tener a cualquier hombre ya sea humano, vampírico o angelical con solo chasquear un dedo. 

El segundo fallo radica en que ambos saben que Uram se hace más fuerte cuanta más sangre consume, que tienen el tiempo justo y que deben mover el culo; sin embargo, a Rafael no le importa perder el tiempo en flirteos constantes con Elena o en arreglar discusiones que la mayoría de las veces son provocadas por su costumbre de salirse siempre con la suya, y a Michaela tampoco le parece un problema entorpecer una investigación tan importante con tal de evitar que la relación entre Rafael y Elena se haga más estrecha.




El entorno donde todo sucede es Nueva York en el siglo XXI, con el mismo desarrollo tecnológico y cultural que el nuestro. En su mundo, los vampiros, ángeles y arcángeles viven con los humanos, comparten sociedad y deben aprender a convivir en armonía. Sin embargo, muchas veces esto no es así, razón por la que se crean dos organismos totalmente diferentes para defender el orden y dos de los puntos más interesantes de este apartado, el Gremio y el Grupo de los 10.

El Gremio está formado por humanos entrenados física e intelectualmente para luchar contra los vampiros. Estos enfrentamientos se dan cuando un vampiro se escapa de su amo antes de que termine el contrato de 100 años (cuando un ángel convierte a un humano en vampiro, este debe cumplir 100 años de servicio como pago a la inmortalidad), o porque un vampiro X decide pasarse por el forro las normas y montarse un buffet libre. Tiene su sede en Nueva York dotada de tecnología y armamento apropiado para sus objetivos, una organización jerárquica con la mejor amiga de Elena al mando (aunque no se centran demasiado en su burocracia), un sistema de túneles subterráneos para situaciones de emergencia y agentes repartidos por todo el mundo. Mola mucho, pero me hubiera gustado que hablaran un poquito más sobre sus encargos internacionales y de cómo son capaces de actuar a nivel global, aunque en verdad no es un fallo grave al tener en cuenta donde sucede la obra.


El grupo de los 10 se compone de 10 arcángeles que varía sus miembros según vayan muriendo los anteriores. Se reparten el mundo en territorios que cada uno gobierna a voluntad y se encargan de los asuntos políticos, económicos y sociales de los mismos. Aquí es donde se encuentra otro fallo que mi parecer es importante: durante la obra se queda reflejado que la política humana afronta los asuntos más mundanos, pero que nunca se podrá incumplir las órdenes del arcángel de la región X o habrá terribles consecuencias. Muestra esa distopía  propia de un quinceañero rebelde que se imagina que unos pocos  gobiernan a todo el mundo, deciden las tendencias, las modas y varios de los acontecimientos que suceden, todo muy en plan amos oscuros de Digimon. Me cuesta imaginar que se mantendrían los gobiernos o los sistemas democráticos con una visión así. Y si juegas con el truco de “es una pantomima”, me hubiera gustado ver cómo afecta algo así a la población general. Idear el gobierno de un mundo fantástico no es tan fácil como parece.

                     Holi J, venimos a gobernar el Mundo Digital y a quitarle Nueva York a Rafael.

En cuanto a la narrativa, puedo decir que tiene los fallos más gordos de todo el libro y es una auténtica lástima porque Singh es una autora a la que se le nota ese gusto por la escritura. Es buena mostrando lugares, escenas y cómo son los personajes y cuando sabe que algo puede aburrir o ya se conoce, cuenta o tira de diálogo. Pero cuando lees mil veces lo guapo que es un personaje (especialmente Rafael con el que directamente se pasa tres pueblos) o lo peligroso que es algo, el lector acaba cansándose. Más cuando la acción se centra en otros aspectos relevantes para la trama, si se la deja porque pareciera que aquí lo más importante es el porno. 

Otro problema aquí, hablando del tema, es las escenas de cortejo o sexo y el uso excesivo del diálogo en ellas. En momentos donde dos personajes comienzan a estar más unidos no solo es importante lo que se dicen, sino también qué hacen y como se sienten, no puedes abusar tanto del diálogo como en un relatucho erótico colgado en internet porque la acción que un personaje dedica al otro o cómo se siente la persona que recibe la acción pierde tiempo de apreciación. Y no, que Elena me vuelva a recordar con sus pensamientos lo guapo que es Rafael no suple esa carencia. Sé que esta autora sería capaz de escribir una escena erótica grandiosa, solo tiene que utilizar aquí sus habilidades para mostrar lo mencionado anteriormente al igual que hace con edificios y reflexiones internas de personajes.


El sexo no se cuenta o se aprisiona en conversaciones porque no se habla. Afortunadamente, se muestra porque se vive.


Valoración final: Podría dedicarme a cuestionar a cuestionar hasta qué punto la relación entre Elena y Rafael es sana, o de qué forma otra obra que presenta a la protagonista fuerte e independiente que acaba transformándose en la damisela en apuros al final del libro ayuda o no a acabar con el estigma que el feminismo pretende erradicar. Por desgracia esto ya es demasiado largo, además de que no soy la persona más cultivada en estos temas para poder dar una repuesta 100% lógica y bien expresada. Por ahora me conformaré con decir que las bases están ahí y que pese a que este intento ha salido rana, es posible que la cosa mejore.

El Ángel caído es el primer libro de la colección del Gremio de los Cazadores y confío en que la siguiente obra sea capaz de superar los fallos que esta tiene en cierto modo, más cuando la autora afirma llevar escribiendo desde que tiene memoria usando el amor como hilo conductor, aunque fueran historias de príncipes que lanzan rayos laser por los ojos (no es coña, esto último son palabras textuales de la autora). Por ahora me despido con la esperanza de que la próxima vez que Nalini Singh se pase por el Blog sea más motivo de celebración que de queja.

Hasta entonces:

El Alfil Blanco

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